Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

El Sr. SAGASTA: Voy a empezar por donde ha concluido el Sr. general O'Donnell. Aunque no fuera más que por las explicaciones que nos ha dado S.S., yo me felicitaría de haber dado ocasión a ellas, porque demuestra cuando menos que no era justo el cargo que en otras ocasiones nos ha hecho S.S. de que éramos enemigos del ejército. S.S. ha confesado hoy que somos tan amigos como S.S., y eso me basta: no digo más sobre esto.

Respecto a si a ese desgraciado, o a ese farsante, que no sé lo que será, no le exhibí sus documentos, yo sé que hay una ley. ¿No lo había de saber si nosotros la votamos para recompensar servicios hechos a la patria? Pero lo que no sabemos es si esa ley se cumple respecto a algunos. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: No lo habrá pedido.) Si no lo ha pedido, es porque no lo sabrá; si se ha ido desde luego a sus lugar a vivir con su familia, allí no hay periódicos, ni hay nada, y no se sabe lo que hay en esto como en tantas otras cosas. (El Sr. Presidente del Consejo de Ministros: ¿Con que está en Madrid y no lo sabe?) Ha podido venir hace pocos días? (Risas)

No se rían los Sres. Diputados. Yo he visto cruces pensionadas que no se cobraban por no saberlo los interesados, he tenido peones camineros que hacía doce años habían cumplido, y sin embargo, por no saber como, no cobraban sus pensiones, hasta que yo me enteré por casualidad y pude decirles lo que tenían que hacer. ¿NO puede suceder lo mismo con ese pobre ciego, y más porque siéndolo, no ha podido ir a todas partes a reclamar su derecho, y cansado ha preferido pedir una limosna? Me alegro que se haya presentado esta ocasión de hablar de eso, porque quizá llegando a noticia de ese interesado, podrá saber la gracia que otorgaron las Cortes a los inutilizados en África, y reclamarlo donde deba.

Por lo demás, el Sr. Presidente del Consejo cree que yo no he hecho más que reproducir los argumentos del señor Madoz, y es lo contrario, señores. Yo he contestado a lo que dijo el Sr. Ministro de Estado, que extraño por cierto no esté aquí. (El Sr. Presidente del Consejo de ministros: Está en el otro Cuerpo.) Yo he dicho que S.S. seguía en nuestras relaciones exteriores una política igual a la que seguía la Francia a últimos del siglo XVII; política que no es propia de un Gobierno Constitucional, porque estos deben acercarse menos a la Rusia y al Austria que a las naciones que tienen el régimen representativo. Sobre este y otros puntos pensaba dirigir nuevos argumentos al Sr. Ministro de Estado; pero no estando presente, los he omitido, porque de hacerlos, deseaba que me contestase S.S. en el acto. Lo mismo digo respecto a la medalla de que nos habló S.S. el sábado, con que se ha honrado a nuestro representante cerca de Francisco II.

Tampoco me he permitido hacer observaciones respecto a la contestación que dio sobre nuestra expedición a Méjico, donde el gobierno ha dejado en descubierto a nuestra primera autoridad de la isla de cuba?

El Sr. VICEPRESIDENTE (Monares): Aténgase S.S. a la rectificación de hoy.

El Sr. SAGASTA: Otros muchos cargos pensaba hacer, que no los he hecho por no estar presente el Sr. Ministro de Estado y desear yo la contestación; pero está visto que con este Gobierno no se puede tener consideraciones, porque todo lo toma al revés, y dice que se han repetido los mismos argumentos, por lo cual es excusado repetir contestaciones idénticas. Con esto cree que debe darse por satisfecho el Diputado que habla y los que escuchan.

Pus bien: yo repito que no he hecho nuevos cargos, porque no estando presente el Sr. Ministro de Estado, y atento yo siempre a la dignidad de mi patria, no quería provocar cuestiones que no se pudiesen contestar inmediatamente: yo en cuestiones exteriores, antes que Diputado de oposición soy español, después progresista y por consiguiente enemigo acérrimo de este Gobierno.